Una intervención nutricional va más allá de lo que comemos día a día. El objetivo de cualquier buena intervención debe ser lograr unos hábitos de alimentación saludables que lleven a conseguir un objetivo establecido en una primera entrevista y, además, que éstos perduren en el tiempo.
Para ello es fundamental que disfrutes con lo que comes, por eso las “dietas de fotocopia” fallan verano tras verano porque no te enseñan a tener unos hábitos de alimentación saludables y sobre todo porque te impiden disfrutar de la comida a pesar de la cantidad de maravillosas recetas que se pueden realizar de forma sencilla y saludable.
Cuando alguien se pone a régimen siempre lo suele hacer pensando en entrar en ese vestido para la boda o en el bikini del verano y muchas veces nos limitamos a hacer una de las innumerables dietas que hay en Internet, en las revistas o que te pasa un conocido porque a esa persona le funcionó y hacerla durante unos cuantos días.
Estas dietas genéricas no se adaptan a tus gustos, características y costumbres y, por tanto, cuando pasa ese evento o consigues el objetivo vuelves a las viejas costumbres y casi siempre al peso inicial o incluso a uno superior llenándote de frustración.
Para evitar ese temido efecto rebote y conseguir nuestro objetivo la dieta debe estar adaptada a la persona que la realiza, teniendo en cuenta sus costumbres alimentarias, sus horarios, sus gustos, etc.
Nunca debe ser un suplicio hacerla sino que se debe disfrutar comiendo y sobre todo se debe aprender a comer para que, una vez se haya logrado el objetivo, no se vuelvan a cometer los errores anteriores sino que esos nuevos hábitos perduren.
Encontrar esa dieta adaptada a ti debe ser el objetivo de cualquier intervención nutricional. Por ello, debes buscar a alguien que sea capaz de tener en cuenta tus gustos y costumbres y con ellos logre crear un menú que te guste y que te haga lograr tu objetivo.